Familia y medios de comunicación
El papel de la familia se ha visto modificado con la progresiva implantación de una sociedad de la comunicación globalizada y homogeneizada. Es evidente que los medios (con la televisión a la cabeza) han provocado una revolución social en que la familia, la educación y la escuela tienen mucho que decir. Eso es lo que comentaremos en este texto.
Lo primero que nos encontramos al hablar de medios de comunicación y familia es el cambio sufrido a nivel de relaciones interpersonales. La comunicación ha cambiado y, donde antes no existía mediación entre la relación de dos personas, ahora se sitúa un monitor o un dispositivo electrónico. Además, los medios han sufrido una revolución dentro de su propia revolución, pues las proyecciones grupales (que eran de las que se nutria originariamente la televisión) han dejado paso a una cada vez más individualizada y aislada emisión de contenidos que el espectador puede disfrutar en solitario.
Y estos factores nos interesan porque la televisión (y los demás medios) ejercen un, cada vez más detectable, papel educador en la mayor parte de la población. Sectores más vulnerables, como son los jóvenes y los ancianos, se encuentran indefensos ante el bombardeo constante de ideas, imágenes y mensajes que no saben o no pueden decodificar correctamente. La televisión, a diferencia de otros formatos como por ejemplo el libro, disfruta de un exclusivo nivel de credibilidad que hace que la mayor parte de la población de por hecho que no existe discusión posible sobre lo que allí acontece. Un libro transmite opiniones, la televisión impone realidades ficticias.
Frente a esto, no se debe recurrir a la mediofobia, ya que la presencia mediática es tan inmensa en nuestra sociedad que resultaría una perdida de tiempo tratar de negarla. La función educadora de la escuela y la familia frente a los medios de comunicación pasa por la formación crítica y de lenguaje audiovisual. Se debe dotar a los sectores especialmente vulnerables de herramientas que les permitan discernir entre opinión y hechos, entre realidad y manipulación. De tal manera, los efectos perniciosos apenas tendrán calado entre la sociedad y cada individuo pasará de ser un sujeto pasivo de la comunicación a un agente activo y constructivo.
Y hay que dotar de estas herramientas de decodificación porque los medios tienen una influencia real sobre la sociedad. Los medios pueden perpetuar o deteriorar la imagen de un colectivo político, étnico o religioso; pueden derrocar gobiernos e instaurar dictaduras y, desde luego, pueden determinar (en gran medida) la educación de una persona.
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